octubre 14, 2009

De las series “Angustia” y “Un paseo por el campo”



Ya desgastadas las retinas de tanta violencia, el olvido colectivo se cierne en nuestra sociedad como la práctica más útil y cómoda; la costumbre es una buena situación para salvar el pellejo propio y aislarnos en la globalidad, ignorando lo que nos pasa entre las tripas o afuera de nuestra casa.

La propuesta de Carlos Alarcón abre un pasadizo profundo hacia esa realidad desconectada, cuestionándonos por el papel que cumplimos al ponernos cualquier clase de uniforme o de careta, de la angustia que esto produce pero que callamos conformes…

Desde una dinámica estética pregunta por la manera de romper esa burbuja de albedrío que nos ha sido designada por otras fuerzas, en donde nos ponemos una máscara de gas para salir a respirar al campo, en donde no queremos tocar la verdad porque esto nos hace sentir realmente humanos.

Su obra sintetiza una voz de alerta social, que ha expresado continuamente desde lo abstracto a lo real, desde el color hasta la carencia del mismo, desde el soldado de juguete hasta el hombre de verdad, enfatizando con su sensibilidad el deseo por compartir estos valores completamente olvidados.

Por: Rodolfo Alarcón







octubre 12, 2009

Carlos Alarcón y sus soldados



Carlos Alarcón arma sus obras con un pedazo de existencia, conjugando en tres colores una pregunta por el juego de esta sociedad que se desbarata entre las trincheras del absurdo, de la desaparición, de la mutilación y el olvido.

En el camino plástico que ha propuesto, ven la luz personajes escuetos llenos de movimiento y realidad, procreados desde la repetición y sustentados desde el cuestionamiento de la vida bélica que nos ha hecho “civilizados”. Un trabajo que toma como referente las eternas disputas consanguíneas, el cadalso, la ausencia de nombres y el dolor, con el único objetivo de recordar sobre blancos escenarios, esa brecha sentenciosa que se halla entre la verdad de nuestra sociedad y la dilatación del egoísmo.

Soldados que no son de plomo pero que igual se funden por acciones ajenas, piezas vivas de juguete en manos que ordenan, condena y mutilan a su antojo; la vida que no es sueño y los hombres que siguen pensando que la guerra debe estar más allá de los anaqueles de colección.

Rodolfo Alarcón