abril 24, 2015

Par/Adojas



Par/Adojas.            

La reciente obra de Carlos Alarcón, son parejas de dibujos muy pequeños y extremadamente detallados cuya relación entre si, puede ser lógica o no. Nacen del cuaderno de bocetos,  imágenes de animales que se hacían como terapia para apaciguar su fobia ante los reales, de este ejercicio sale como resultado un juego de dibujos que le crean expectativa al espectador, quien por medio de lupas da cercanía a los detalles y crea sus propias relaciones entre la pareja de imágenes.

todas con misma ficha técnica.
Autor: Carlos Alarcón Quevedo
Título: Par/Adojas 
Técnica: Grafito sobre Papel. 
Dimensiones: 10x20 cm   10x10 cm (cada uno).
Año: 2014-2015    














octubre 03, 2013

Ante la nada.

-->



Ante la nada. Carlos Alarcón.
Julio 2013
Por. Erika Martínez Cuervo

La serie Ante la nada concentra el resultado del análisis visual de personajes atravesados por estados de angustia. Los bocetos de Carlos Alarcón fueron situaciones dramáticas (en términos escénicos) que él dirigió en su estudio fotográfico.  Alarcón invitó actores y personas comunes a ser parte de su experimento. Imágenes casi teatrales que registró con su cámara y que luego tradujo en pinturas de gran formato. Una apuesta donde lo íntimo del gesto – sufriente, tenso, contenido – se nos viene encima y, sobre todo, nos minimiza. Nos perturba. Algo nos mira y no es la mirada.

Hay en estas siete pinturas una observación de lo que agobia el interior del individuo a través de lo moviente del cuerpo aún en la quietud o tiesura de las expresiones representadas. Carlos Alarcón captura la angustia - ¿de la humanidad? – en los otros. La técnica que utiliza en cada caso reafirma el poder de lo gestual: endurece los rostros con el empaste del material, hace más lánguiga la expresión con el trazo del lápiz ó superpone capas de óleo para realzar contrastes.

Me atrevo a enunciar que en la práctica de Alarcón hay algo de truculento que no es consciente y es esa idea de invitar personas a que hagan públicos sus momentos más angustiantes. Su fijación es el estar siendo de la angustia, verla – y hacerla  - cuadro a cuadro en el instante preciso en el que es, de forma simultánea, parálisis y náusea[1]. Pero su obsesión también es lo pictórico que engendra la angustia misma, el artista se deleita (y se jacta) ante la materia escurriente, ante el pegote yuxtapuesto que configura y anima los retratos.


[Sentir Angustia (del latín que traduce angostura) es una experiencia conectada con lo muerto o si se quiere con “lo muriente”. Una vez estamos angustiados el ser del lenguaje se trastoca, nos quedamos casi mudos, seres inacapacitados para el habla. Nuestras asociaciones lógicas se desmontan. Nos sabemos devorados –lentamente - por algo inascible. Es un concierto cacofónico el que nos resuena en el interior. El deseo frustrado o enterrado se hace ansiedad y tiempo no lineal. Y en medio de todo esto, hay silencio: uno que aturde, que ensordece].


[1] "Trato de echarme a dormir, pero, apenas en la cama, el terror me hace levantar. Es una angustia, una angustia como la que precede al vómito; parece que mi ser se va a romper a trozos, sin llegar nunca a romperse, sin embargo. Trato de dormir otra vez; pero el terror está conmigo, junto a mí, rojo, blanco(…); algo se quiere romper dentro de mí y, sin embargo, no pasa de ser una sensación". [Uno de los fragmentos donde Tolstoi intentó describir momentos previos a su muerte].
“Es la angustia la que produce náusea” [Sartre].





octubre 14, 2009

De las series “Angustia” y “Un paseo por el campo”



Ya desgastadas las retinas de tanta violencia, el olvido colectivo se cierne en nuestra sociedad como la práctica más útil y cómoda; la costumbre es una buena situación para salvar el pellejo propio y aislarnos en la globalidad, ignorando lo que nos pasa entre las tripas o afuera de nuestra casa.

La propuesta de Carlos Alarcón abre un pasadizo profundo hacia esa realidad desconectada, cuestionándonos por el papel que cumplimos al ponernos cualquier clase de uniforme o de careta, de la angustia que esto produce pero que callamos conformes…

Desde una dinámica estética pregunta por la manera de romper esa burbuja de albedrío que nos ha sido designada por otras fuerzas, en donde nos ponemos una máscara de gas para salir a respirar al campo, en donde no queremos tocar la verdad porque esto nos hace sentir realmente humanos.

Su obra sintetiza una voz de alerta social, que ha expresado continuamente desde lo abstracto a lo real, desde el color hasta la carencia del mismo, desde el soldado de juguete hasta el hombre de verdad, enfatizando con su sensibilidad el deseo por compartir estos valores completamente olvidados.

Por: Rodolfo Alarcón







octubre 12, 2009

Carlos Alarcón y sus soldados



Carlos Alarcón arma sus obras con un pedazo de existencia, conjugando en tres colores una pregunta por el juego de esta sociedad que se desbarata entre las trincheras del absurdo, de la desaparición, de la mutilación y el olvido.

En el camino plástico que ha propuesto, ven la luz personajes escuetos llenos de movimiento y realidad, procreados desde la repetición y sustentados desde el cuestionamiento de la vida bélica que nos ha hecho “civilizados”. Un trabajo que toma como referente las eternas disputas consanguíneas, el cadalso, la ausencia de nombres y el dolor, con el único objetivo de recordar sobre blancos escenarios, esa brecha sentenciosa que se halla entre la verdad de nuestra sociedad y la dilatación del egoísmo.

Soldados que no son de plomo pero que igual se funden por acciones ajenas, piezas vivas de juguete en manos que ordenan, condena y mutilan a su antojo; la vida que no es sueño y los hombres que siguen pensando que la guerra debe estar más allá de los anaqueles de colección.

Rodolfo Alarcón

junio 26, 2007

Mutilados


¿Cómo vivir ante la negación de una parte nuestra? Mutilación de la vida, juego de la realidad, retinas acostumbradas a la lúdica escabrosa de la desaparición... Carlos Edmundo Alarcón a partir de tres colores, desplaza toda posibilidad camuflada y al hecho de la “no presencia”; sus soldados pueden venir del anaquel de los muñecos pero sin la inflexibilidad del plomo, encontrando un sentido plástico que pregunta por la identidad, por la humanidad, por el derecho a no ser ficha con número de serie. Un intercambio de señales con nuestro mundo, en donde la guerra configura el tablero de juego y el peligro de estar en el medio limita la opción de no ponerse una casaca que suprima el nombre.

Rodolfo Alarcón